jueves, 20 de diciembre de 2012

Déficit de representación: el problema

Uno de los problemas más importantes que ha tenido últimamente -desde el estallido de la crisis/estafa global- ha sido la falta de unas relaciones fluídas entre la ciudadanía y los representantes públicos electos -políticos-. El desapego social a la política viene dado por la visión urbana de la misma que se resume en que uno está metido en ella para sacar tajada y vivir a cuerpo de rey a costa de los demás.

Lamentablemente en muchos casos ha sido así; se ha querido vivir por encima de los ciudadanos y se ha prostituído la función de servicio a la sociedad que como principio base había de ser inamovible. Se ha pasado de representar a un colectivo global a un clientelismo donde no se rinde cuentas ni se justifican actos en muchos casos. La participación ciudadana en la vida política, entiéndase a la comparecencia pública, queda limitada a brindis al sol de cara a los medios de comunicación o preguntas que no reciben respuesta concreta.

Hay también que mencionar los nulos procesos de renovación de los partidos, no solamente de representantes sino también de estructuras e ideología. Los grandes partidos siguen sumidos en una organización opaca con aparatos cerrados y sin atisbo de rejuvenecer un modelo e ideario vigente desde los años setenta. Todo se resume en que la ciudadanía ha cambiado en casi cuarenta años y los partidos no.

Lo que está claro es que ha faltado una política de prevención de toda esta problemática y ha sido por culpa de los partidos que han estado gobernando ya que atentaba contra ellos mismos provocando un cambio radical: de intentar hacer medidas de prevención de la degradación política a medidas de actuación directa a paliar el conflicto de credibilidad que hay. 

Continuará

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